Hay
un ejército incomparablemente más mortífero
que todos los ejércitos de la guerra: la huelga, el anárquico
ejército de la paz. La ruina absoluta es dejar el mármol
en la cantera y el hierro en la mina. La huelga al suspender
la vida, aniquila el universo de las posibilidades, mucho más
vasto, fecundo y trascendental que el universo visible- Rafael
Barret dice sobre la huelga.
TODO
COMIENZA DESPUES DE 1955
En septiembre
de 1955 se instala un poder político y económico,
con su brazo armado, en el Estado, que inauguró el desmoronamiento
violento del aparato anterior: El Estado de Bienestar.
De esta forma se inicia otra etapa de cambio, en el mismo sistema
capitalista, pero de un modelo keynesiano a un modelo atado
fuertemente a la extranjerización de la economía
nacional. Había que destruir lo anterior para imponer
modificaciones profundas en el sistema capitalista para que
perdurara la ganancia máxima.
El principal
silogismo contra los ferrocarriles fue la de agitar, en forma
sistemática y permanente, el argumento del déficit
ferroviario. Los sofismas remontaban vuelo sin que nadie contestara.
Se publicaban informes estadísticos con una falta total
de la rigurosidad técnica y sobre los estudios realizados,
concernientes al estado de situación de los ferrocarriles.
Datos falaces se propagaron. La invención de la mentira
se hacía costumbre, práctica, rutina. Si lo anunciado
era verdad o no, era secundario. Lo importante era instalar
la mentira en la sociedad hasta que la ciudadanía creyera
que era una verdad. La mentira se multiplicaba sin contención.
El déficit de los ferrocarriles era el cáncer
nacional, decían.
El doctor
Roberto Verrier, Ministro de Hacienda de los golpistas de 1955,
fue uno de los portavoces principales de la mentira. En 1957
elabora y publica un informe que se llamó el Plan Verrier,
y dentro de él contenía el mentado déficit
ferroviario, mismo que es apoyado por Prebisch. El doctor Roberto
Verrier determina en esa publicación que el déficit
que dejaron los ferrocarriles en el ejercicio –1956–
era de 4.195 millones de pesos, una cifra sorprendente, impactante.
Da a conocer la cifra de 4.195 millones de pesos, cuando apenas
comenzaba el año 1957. Anuncia estos valores en forma
compulsiva, a pesar de que aún no estaban elaborados
los balances técnicos económicos definitivos,
única representación fidedigna para saber cual
es la información final sobre los resultados de la explotación
de los ferrocarriles del Estado en 1956. Resultados que debían
ser de conocimiento público.
Así
era el comportamiento de los cipayos y vende patrias. El ocultamiento
y la deformación de la realidad eran sus herramientas.
El colonialismo fabrica colonizados y estos ejecutan, a como
de lugar, los mandatos del colonizador. Esta mentira amparada
y protegida a través de la represión, por esta
razón adquiere, falsamente, un valor de verdad verdadera,
pero es una mentira. La fuerza de la verdad, al poco tiempo
desmentiría esta falacia, pero no la anula. La mentira
ya estaba instalada en el conciente colectivo, invención
que aún perdura. Todos los gobiernos civiles o militares
continuaron hasta la fecha con esa política sin intentar
cambiarla.
LOS
PRIMEROS PASOS DEL ESTRAGO FERROVIARIO
El primer
paso dado, por la autodenominada Revolución Libertadora,
fue la anulación de la Constitución de 1949 (y
su artículo 40), ésta se abolió por un
decreto de este gobierno de facto, de esta forma se anulaba
una Constitución votada por el Congreso Nacional por
la firma de algunos jefes militares. Se anulaba el marco jurídico
que protegía la soberanía nacional de sus empresas.
Con la llegada
de Arturo Frondizi, que es elegido en 1958 para ocupar la Presidencia
de la Nación, continúa las políticas diseñadas
por la Revolución Libertadora, en este lapso de tiempo
se auspicia e instala el auge del transporte automotor. Para
implementar esa política, primero, tenía que doblegar
a los trabajadores ferroviarios, y luego avanzar sobre el desguace
ferroviario y la instalación del auto transporte automotor.
EMPIEZA
LA REPRESION
En 1958 se
inicia el proceso represivo, en Córdoba, Bahía
Blanca, Ing. White, Remedios de Escalda y Mechita, en la provincia
de Buenos Aires; Basavilbaso, en la provincia de Entre Ríos;
Tafí Viejo, en la provincia de Tucumán; Laguna
Paiva, en la provincia de Santa Fe, entre otros lugares. Por
la resistencia de los obreros ferroviarios se decreta la movilización
militar.
Se había instalado una esperanza cuando el 23 de febrero
de 1958 gana las elecciones, Arturo Frondizi, de esta forma
se afirmaba que triunfaba un programa antioligárquico
y antiimperialista, que había sido votado por una parte
de la clase obrera y el pueblo. Eso era en apariencia, lo real
era que Frondizi y Frigerio junto a los sectores más
católicos y oscurantistas del peronismo acuerdan una
vuelta de tuerca, un descarnado colonialismo en materia económica
y social que se corrobora por las medidas adoptadas durante
su gobierno.
Es dable
aclarar que más de 836.000 votos en blanco aparecieron
en las elecciones que ganó Frondizi. 836.000 desobediencias,
mismas que pesaban sobre los futuros comportamientos del gobierno.
Desobediencias que son parte de un proceso que se inicia, en
el caso ferroviario, antes de la década del 50 por parte
de los trabajadores con identidad peronista, pero ocurría
en otros gremios.
El gobierno
electo sabía que esta rebeldía afectaría
sus planes no declarados. También, sabían de quien
eran esos votos, casi todos, venían del peronismo, más
precisamente desde la Resistencia Peronista y la fuerte preponderancia
que tenían hacia adentro del peronismo. Por este motivo
rechazaron el pacto de Perón con Frondizi.
Estos votos significaban independencia de clase, la misma que
se organizó para rechazar el golpe de estado de 1955.
Es decir, precisando, la Resistencia Peronista fue la repuesta
sustancial del movimiento obrero peronista al golpe de estado
de 1955.
Por otro lado, la burocracia sindical y política peronista
había rendido armas, escudo y bandera, ante Lonardi primero
y Aramburu después. Eran los que conciliaban y trataban
de aplacar a los trabajadores peronistas en este gobierno de
Arturo Frondizi.
De nuevo, la derecha peronista claudicaba ante los factores
de poder, debía cumplir con el mandato dado por el nuevo
poder, la de disciplinar a las masas obreras peronistas.
• Juan
Carlos Cena: especialista en transporte ferroviario. Autor del
libro El Ferrocidio entre otros. Ex Secretario General de APDFA
Organismo Central. Miembro fundador del MONAREFA.
• MONAREFA: Movimiento Nacional por la Recuperación
de los Ferrocarriles Argentinos.
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